Me he cansado, me he agotado de jugar a ser mayor, de intentar parecer adulta, de exigirme mucho a mí misma y de no darme cuenta de que las cosas no funcionan así.
No hace mucho escribí sobre lo mucho que añoraba la infancia, hace pocos días que decía que me siento más cerca de los 15 que de los 20 años, revivo mi adolescencia cuando voy a entrar en la urbanización y paro en el paso de cebra para que los chicos del instituto pasen, casi siempre me cruzo con ellos. Pocas veces no me vienen recuerdos de esas vueltas con los compañeros y los amigos, algunas veces no era tan divertido, pero muchas era un buen momento para compartir nuestras noticias, nuestros problemas, que tan grandes parecen a esa edad, tampoco olvido con qué ilusión esperaba que mi chico me recogiese de clase.
Todo eso empieza a dejar de tener valor, todo eso se me olvida cuando siento el motor bajo el pedal del acelerador, escucho el rugir del coche y la velocidad de la carretera, entonces, me gusta, me gusta ser mayor. No sólo hablo del coche, que ha sido un gran paso, también de los estudios, por fin empiezo a verle sentido a todo lo que estudio y aprendo, ahora me doy cuenta que en la universidad estoy aprendiendo cosas mucho más importantes que el temario que me exponen en clase los profesores. Me doy cuenta de que he cambiado, de que he crecido, y de que deja de darme miedo, y comienza a hacerme ilusión. Ser adulta, dejar de jugar a ser mayor y comenzar a serlo.
No hace mucho escribí sobre lo mucho que añoraba la infancia, hace pocos días que decía que me siento más cerca de los 15 que de los 20 años, revivo mi adolescencia cuando voy a entrar en la urbanización y paro en el paso de cebra para que los chicos del instituto pasen, casi siempre me cruzo con ellos. Pocas veces no me vienen recuerdos de esas vueltas con los compañeros y los amigos, algunas veces no era tan divertido, pero muchas era un buen momento para compartir nuestras noticias, nuestros problemas, que tan grandes parecen a esa edad, tampoco olvido con qué ilusión esperaba que mi chico me recogiese de clase.
Todo eso empieza a dejar de tener valor, todo eso se me olvida cuando siento el motor bajo el pedal del acelerador, escucho el rugir del coche y la velocidad de la carretera, entonces, me gusta, me gusta ser mayor. No sólo hablo del coche, que ha sido un gran paso, también de los estudios, por fin empiezo a verle sentido a todo lo que estudio y aprendo, ahora me doy cuenta que en la universidad estoy aprendiendo cosas mucho más importantes que el temario que me exponen en clase los profesores. Me doy cuenta de que he cambiado, de que he crecido, y de que deja de darme miedo, y comienza a hacerme ilusión. Ser adulta, dejar de jugar a ser mayor y comenzar a serlo.